Empezar a planificar mi viaje
Don't be guiri!
Pingyao, China, ciudad medieval.
Hemos estado en apenas tres o cuatro países y ya nos han confundido con gente de todo el mundo. Con irlandeses, alemanes y franceses, pero lo que más, de calle, con pardillos. Y, hombre, igual cara de espabilados no tenemos pero si a nosotros nos han intentado levantar la camisa día sí día también ¿qué no le harán a la típica pareja de americanos jubilados o a gente poco habituada a viajar? Aunque vete tú a saber. Los primeros no se cortan un pelo para quejarse y reclamar un riñón nuevo si hace falta, y los segundos lo ven mucho más simple que los que vamos por la vida de respetuosos con cualquier pequeño saltamontes. Si en su casa no se dejan robar, ¿por qué van a hacerlo fuera de ella?
Ojalá fuéramos así nosotros, hartos como estamos de que nos tomen el pelo de todos los colores. Blanco en Jordania, marrón en la India y amarillo en la China. Ante dios somos todos iguales pero igual de chorizos. Tenemos ejemplos para llenar varios libros. En Shanghai, taxímetros ocultos detrás de un rollo de papel higiénico. En Nueva Delhi, agencias de viajes que simulan ser la Oficina de Turismo oficial. En el Mar Muerto, hoteles que pasan la Visa dos veces. En La Gran Muralla, excursiones donde pagas peajes que no existen. En Xian, parkings que te cobran a la entrada y a la salida. En Pingyao, vendedores que en un segundo bajan el precio de veinte dólares a dos. O en Katmandú, posiblemente los más jetas, donde son capaces de llevarte a otro hotel jurándote que es el que buscabas pero que justo cambió de nombre la semana pasada.
¡Así que ayer dijimos basta! Un taxista chino quería cobrarnos un euro por un trayecto que costaba sesenta céntimos. Un poco más y lo denunciamos. Éste es el resultado de tanto chorizo y timador. Entre todos nos han convertido en unas bestias frías y calculadoras, salvajes de la negociación, capaces de regatear precios en un McDonalds o bajarse de un taxi por unos céntimos. Este viaje es un auténtico Máster de Ventas. Y de los buenos. Nada de teoría, sólo práctica.
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Etiquetas: China, Vuelta al Mundo