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Bangkok, capital de Tailandia.

Mercado Flotante, Bangkok, Tailandia

Si queréis pasar una tarde en el circo, veniros a Tailandia. Pero reservaros una semana, no sea que los primeros cinco días os los paséis en uno de los eternos atascos de Bangkok. Para ver a los payasos no tendréis ni que pagar entrada porque en la misma calle ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Eso sí, el lanzamiento vaginal de pelotas de ping-pong, debido al alto riesgo que supone para el artista, se hace puertas adentro. Tan sólo necesitaréis tener un poco de estómago para tomaros una copa mientras las lanzadoras encuentran la postura ideal con un buen ángulo de tiro.

Si os da algo de pudor, no os preocupéis, siempre os quedará el mejor número de todos aunque para verlo tengáis que ir al cine. Cualquiera sirve pero os recomendamos el Parangon, sala de lujo con asientos reclinables, manta y cojín incluidos. Aunque eso no es el espectáculo, lo bueno viene antes cuando en vez del NoDo te enchufan un anuncio de la monarquía tailandesa y todos sin excepción se levantan de sus asientos con cara de emocionados. A su rey lo quieren más que al abuelito de Heidi, a pesar de ser un freaky de primera. No es difícil verlo paseando por las calles de Bangkok con su cámara de fotos al cuello o interrumpiendo una recepción para ponerse a tocar el saxo, el mismo con el que compuso el himno nacional. Cualquier día Woody Allen lo saca en una de sus películas. Eso sí sería cachondo de ver. Entra el monarca en escena y todo el cine de pie. Sale de escena y todos sentados. Vuelve a entrar y venga para arriba. Así una y otra vez toda la puñetera película.

Emerald Buddha, Bangkok, Tailandia Bangkok, Tailandia Khaosan Road, Bangkok, Tailandia

A los de que tienen un resorte en el culo los reconoceréis fuera del cine porque andan todos con la misma camiseta. Como si fuera la de un equipo de fútbol pero con el escudo real bordado en el corazón y un grito de guerra en la espalda: Long live the King . La oficial es de color amarillo, la reserva de color rosa. La primera porque según el budismo es el color de los lunes, día en que nació el rey. La segunda porque los astrólogos predijeron que el rosado traería buena suerte para la salud del monarca. ¿Insólito? Quizás para europeos como nosotros pero ni por asomo en Tailandia. Aquí la democracia les importa un pimiento. El anterior gobierno estuvo veinte años en el poder gracias a compras masivas de votos que los tais vendían sin ningún rubor. Nadie quiso poner un poco de orden a todo esto hasta que un golpe de estado bloodless envió a los políticos corruptos a su casa. Dos años después los militares han organizado unas nuevas elecciones y, sorpresa, los sondeos dan por ganadores a los chorizos de siempre.

Y es que los tailandeses, menos para celebrar el cumpleaños de su rey, no demuestran entusiasmo por nada. Hasta su Buda más famoso, en vez de estar meditando con su famosa postura, está tumbado a la bartola . Sólo parecen tener ganas de comer, a todas horas y en todos sitios. Reíros de una paella valenciana que tarda horas en llegar y cuesta el salario de un mes. El otro día en plena calle de Sukhumvit, en tan solo dos minutos, nos frieron un arroz con calamares, cebolla y tomate que estaba para chuparse los dedos, todo por sólo 30 pichingueiros, poco más de medio euro al cambio.

Mercado Flotante, Bangkok, Tailandia

Aunque lo más original de este circo no son sus recetas sino las extrañas parejas que circulan por ahí. Tip y Coll. Cruz y Raya. Azúcar moreno. Blanquito y morenita. Madurito occidental y jovenzuela tailandesa. Si alguien pensaba que el turismo sexual era un secreto de alcoba, andaba muy equivocado. Los puteros son tan generosos que, en vez de guardarse para ellos sus revolcones, los pasean con nocturnidad y alevosía, en la piscina del hotel o en el restaurante de moda, en el mercado callejero o en el café de la esquina. Algunos se muestran altivos, casi desafiantes, orgullosos de su caza furtiva. Otros, en cambio, ponen cara de corderos degollados como si estuvieran avergonzados de su pecado público. Sin embargo, la mayoría las miman con tanto cariño y tal cara de atontados, que al final casi dejamos de pensar mal y a punto estamos de creer en el amor. Llamadnos ilusos, papiiiiitooos…mi amooolll.

Itinerario recomendado para visitar Tailandia con restaurantes a lo largo de la ruta.





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