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Chengdu, China, ciudad con de la mayor reserva del mundo de Osos Panda.

Los lectores rápidos y sagaces se habrán dado cuenta que entre todos los osos del título hay dos que, a falta de que alguien demuestre lo contrario, son pura invención y cualquier parecido con la realidad mera casualidad. Y es que hoy la cosa va de casualidades que no lo son tanto. Pensad en un Oso Panda. Su aspecto de peluche, su tierna mirada, el color de su pelo. ¿No es demasiada casualidad que la naturaleza haya parido un bicho tan perfecto? Las dos orejas de color negro, igual que las manchas que rodean sus ojos y el resto de la cara blanco algodón. ¡Ni el puñetero Walt Disney lo habría dibujado mejor! Es perfecto, tanto que cuesta creer que sea de verdad.

Según Darwin los Osos Panda, como cualquier otro animal, son el resultado de la naturaleza y su proceso de selección. O sea, que los Osos con las orejas del mismo color son más guays y sobreviven mejor que los pobres que no se enteraron que L’Oreal había lanzado el lápiz de contorno para osos. ¡Venga hombre! Además, ¿dónde están los demás osos? Los que no han sobrevivido, nos referimos. El Oso Volador y el Pez Oso. Y el Oso Con Una Oreja de Cada Color. Y tantos otros que deberían haber por ahí, resultado de las mutaciones aleatorias que fracasaron. No queda ni rastro de ellos.

Parecerá una tontería y, para qué negarlo, seguramente lo sea pero es fácil caer en la tentación de creer que la evolución responde a cambios premeditados y deliberados de los genes más que no a mutaciones espontáneas tal y como demostró Darwin. Según su teoría, los genes mutan al azar y en distintas direcciones. Es decir, de un mismo padre nacen diferentes versiones de los que sólo sobreviven los que mejor se adaptan al entorno y a sus cambios. Pero parece difícil, muy difícil, aceptar que la suma de pequeños cambios fortuitos, por millones que sean, pueden llegar a desarrollar órganos tan fantásticos como los ojos o el propio oído.

Por tanto, si la evolución no es casual, tan sólo nos queda una opción. Nuestros genes son un disco con dos caras e igual que contienen la información de cómo somos hoy, en el revés también disponen la de cómo seremos en el futuro. Las especies que se han extinguido por el camino son meros fallos, deshechos del proceso y nosotros, en verdad, las cobayas del ser humano del futuro. Estos mismos genes son los que activan nuestro reloj biológico para poder disponer a través de nuestros hijos de un nuevo cuerpo en el que seguir mutando cuál parásitos hacia su destino final. Entonces, cuando ya no somos útiles, nos abandonan dejando que nuestras células vayan envejeciendo hasta morirnos. Y tú que pensabas que Matrix sólo existía en la ficción y ahora resulta que tu cuerpo es una prisión, la probeta donde tus genes experimentan y se desarrollan. Aunque no sé porqué los llamas así porque en realidad no son tuyos, tú eres de ellos.

Lo dicho, una tontería.

Aunque para algunos no lo sea. Son los deterministas, los que defienden que dios creó al hombre al disponer su información genética en el primer ADN y que simplemente hemos evolucionado en una dirección que estaba predeterminada desde el inicio. Es la teoría del diseño inteligente. Lo que no aclaran es si nosotros somos el final de ese camino o simplemente una estación intermedia. Sólo lo sabremos el día que aprendamos a leer entrelíneas, genéticas claro.

(Después de visitar Chengdú y pensar en todas estas posibilidades, decidimos comprar el famoso libro de Darwin, El Origen de las Especies. Si queréis saber cómo ese genial naturalista rebatió esos argumentos y nos convenció, no dejéis de leerlo uno de los libros más maravillosos que nunca se ha escrito)


 


Itinerario recomendado para visitar China con restaurantes a lo largo de la ruta.





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