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Kaikoura, en la South Island de Nueva Zelanda.

29 de Mayo de 1953. Once y media de la mañana. Sir Edmund Hillary y el sherpa Norgay son las primeras personas en el mundo en hacer cumbre en el Everest. El nepalí venía con título, el neozelandés se lo ganó allí mismo. Amigos desde entonces, siempre se negaron a reconocer cuál de los dos llegó primero. Como dijo Hillary ante la posibilidad de que un inglés se les hubiera adelantado unos años antes para morir luego en el descenso, “subir es sólo la mitad del trabajo”. Nunca sabremos quién de los dos llegó antes pero sí que entraron en el Campamento VII cogidos de la mano. Allí mismo Hillary, él siempre tan polite , hizo su famosa declaración: “we knocked that bastard off!” (en castizo algo así como “¡le dimos por el c… a ese c…!”).

Venimos empollados sobre el asunto. Hace dos semanas que llegamos a Nueva Zelanda y hace tan sólo un par de días que murió Hillary. Si ya era un mito cuando estaba vivo, ahora tras su muerte es un dios. Para los neozelandeses no sólo era su principal embajador en el mundo sino que encarnaba el espíritu kiwi. Generoso pero agresivo. Directo pero amable. Humilde pero grandioso. La más cachonda de sus anécdotas y la que mejor le define, cuando atravesó la Antártida de punta a punta. Una expedición británica le había contratado para que acondicionara una Base Polar en la zona neozelandesa como refugio para cuando ellos acabaran de cruzar toda la Antártida desde la parte inglesa. Una vez arreglado el campamento, como se aburría de esperar, cogió un par de tractores, los adaptó para ir por la nieve y al ver que la cosa funcionaba le dio pedales a la cosa. El final del cuento os lo podéis imaginar. Fue él quién llegó a la base de salida donde los ingleses incrédulos veían como su epopeya quedaba ridiculizada antes siquiera de haberla iniciado.

Alucinante como tantas otras cosas en su vida. Si Hollywood pillase el guión, haría una de las grandes, con acción y con novela rosa. ¿No es de película si no casarse con la viuda de uno de tus mejores amigos, muerto en accidente de avión por sustituirte precisamente a ti justo en el último momento? Casualidades de la vida su primera mujer también había muerto unos años antes en otro avión al seguirle en una de sus aventuras a pesar del miedo que tenía a volar.

Si los kiwis se ven reflejados en un personaje así, imaginaros cómo son. Después de haber nadado por sus ríos subterráneos, caminado por sus cráteres calientes, alucinado con sus géiseres, bañado entre sus delfines, escalado sus glaciares, andado por sus playas vírgenes, remado en sus fiordos, surfeado en sus ríos y buceado en sus islas salvajes no nos extraña lo más mínimo que hayan salido brutos pero majos. Igual que su país, brutal de bonito. Por eso, tampoco nos extraña que los que filmaron el Señor de los Anillos vinieran a buscar por aquí la Tierra Media y el País de Mordor. Lo que no hicieron es coger a ningún neozelandés para el papel de Frodo. Y es que ya nos lo imaginamos al final de la película, tirando el anillo al volcán y gritando a la cámara algo así como “que te den por ahí, Mordor de los cojones”.


 


Itinerario recomendado para visitar Nueva Zelanda con restaurantes a lo largo de la ruta.





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