Monta tu viaje con nuestras rutas

Empezar a planificar mi viaje

Don't be guiri!

Rutas y restaurantes para disfrutar de tu viaje más que nunca

Miami, con la Visa sacando humo de outlet en outlet.

Harley Davidson, Miami

Ya hemos llegado a Miami y lo prometido es deuda: averiguar qué dicen los exiliados cubanos sobre la Revolución y Fidel. Ahí va. Ni mú. Les importa lo mismo que las primarias entre Hillary y Obama, un pimiento. Y mira que Florida fue el estado decisivo para que Bush le pasara la mano por la cara a Al Gore por unos cientos de votos, pero están demasiado ocupados viviendo a todo tren como para prestar atención a lo que pasa ahí fuera. Aunque no podemos reprocharles nada porque a nosotros, sólo poner un pie en South Beach, nos ha agarrado la misma fiebre consumista, corriendo como posesos de tienda en tienda y mirando los escaparates como dos palurdos recién llegados del siglo pasado. Miami es una ciudad tan perfecta que parece el sueño onírico de Amancio Ortega. Una ciudad convertida en centro comercial, con tiendas a tutti pleni, aceras impecables y servicios de primera.

Y es que en USA todo es a lo grande, la abundancia con descaro, el XXL o super-size-me en cualquier cosa que se te antoje, y en las que no también, desde la bebida free-refill hasta las autopistas de diez carriles. Con un plato de los que sirven en sus restaurantes podría comer una familia africana toda una semana, y de las sobras seis días, porque que nadie se piense que aquí se lo acaban todo, ni por el forro. Algunos sí y así van, dando tumbos por la calle o pidiendo dos asientos en el avión, pero el resto se muere por lucir palmito en las playas, con escotes de vértigo y tangas de diseño. Da igual que se pidan un plato o dos porque no se acaban ninguno, a la basura que mañana será otro día. El doggy-bag es para los pobretones que viven en Manhatann. En Miami nadie se ensuciaría los dedos de grasa para llevarse las sobras de la pizza a casa. ¡Qué diablos, que por algo Julito Iglesias vive por aquí!

Pero no vinimos a Miami para ir de compras o comer una hamburguesa gigante sino para cumplir uno más de nuestros sueños: alquilar una Harley Davidson para recorrer la famosa Route 66, la carretera que cruza América de costa a costa. Sin embargo, cuando entramos en internet para ver la ruta en detalle, mitos al margen, nos recordó más a pasear por los Monegros que no a una epopeya digna de un Ulises motorizado con chupa de cuero. Esto de meterse entre pecho y espalda más de mil millas de pueblos olvidados estará bien para protagonistas de una road-movie de serie B pero nosotros preferimos el plan B: ¡montarnos en nuestra Heritage y quemar las 300 millas de la Florida Turnpike que separan Miami de Disneyworld!

Al final acabamos en Universal Studios porque resultó que Mickey no curra todas las noches, llámale tonto al ratón. Pero no nos importó lo más mínimo porque la mejor atracción resultó estar fuera de los parques: disfrazarse de Angel del Infierno, esos motards gamberros que en los años ‘70 popularizaron las Harleys y el ruido de su motor . Como reza el claim de la tienda donde alquilamos la moto, “why drive when you can ride” -para qué conducir un vehículo si puedes cabalgar una bestia-. Una Harley es una fiera de otro mundo, con carburador en vez de corazón pero tan viva como un toro salvaje. Un animal de hierro al que sólo tienes que llenarle las venas de gasolina para que empiece a rugir con un aullido metálico que te acelera el corazón. Un chorro de adrenalina que recorre todo tu cuerpo hasta que sueltas el embrague y empiezas a sentir que eres el amo de un universo donde los demás no cuentan, ni siquiera existen. Sólo hay motards como tú o como aquél que acaba de cruzar: Terminator con su Harley. Y te ha saludado. Ya eres uno de ellos.

O no, pardillo, baja de la moto que el alquiler se acabó y en casa te espera una Scoopy. Sí o sí los sueños también tienen un final. Y más los americanos.

Descárgate la App de Way Away con nuestras Rutas de Viaje geolocalizadas

 

 

Posted In: Estados Unidos

Etiquetas: