El Pedrillo. Ronda de Ramón Otero Pedrayo. Castelldefels
Cuando era pequeño el Tejada era mi sueño aspiracional. Bandejas de marisco, tallarinas de las buenas, cerveza fría en jarra de medio litro y mis hermanos de fiesta. Cuando empecé a ganar mis primeras pesetas me hice un fan, pero no de todo eso sino de las dos mejores cosas que tenía la casa: su famoso combinado y Pedrillo, un camarero de esos que hubiera triunfado en pleno Triana de Sevilla.
El combinado no tenía precio: patatas fritas, calamares, atún, pimiento, caracoles en salsa, gambas y algún mejillón o tallarina despistada. Mezcla impensable que nadie reconoce haber inventado pero que apostaría empezó con las sobras de una mesa, todas mezcladas en un plato y hambre en la cocina.
La pena, el lío que se traían en la cocina y entre los camareros. Así acabó, quebrando y traspasado a la competencia: Olave, el rey de las tallarinas. En dos días perdió todo el encanto. Nisiquera fueron listos para mantener el plato emblemático de El Tejada…
Y de Pedrillo nunca más supimos nada… hasta el fin de semana pasado! Rocambolesca historia por la que nos enteramos de que había abierto su propio bar, esta vez no en plena plaza del Ayuntamiento pero mejor todavía porque está cerca, es más fácil aparcar y sigue teniendo terraza.
Las tallarinas son las mismas pero saben mejor. El atún y el pimiento son de primera. Y el resto de marisco también. Eso sí, cuando me dijo que ya no hacía el combinado porque la gente ya no quería tanta guarrda casi me dan ganas de llorar…
Pedrillo!!!! Por favor!!! Queremos el combinado de toda la vida!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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