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Las barbas de Ho Chi Minh

En Vietnam nada es lo que parece. Pensábamos que Ho Chi Minh era su forma de estornudar y resulta que es su héroe nacional. Los del Vietcong pasaban por ser unos terroristas y en realidad eran unos campesinos bajitos (Marruenda o los de El País, tanto monta monta tanto, ¿para cuándo un especial «los túneles de los CDRs unen la Generalitat con el infierno»?).

Aquí los timos van que vuelan. En el primer taxi que tomamos la bajada de bandera fue de 50 dongs. Equiparando el nivel de vida sería como si en Atocha empieza el taxímetro en 50 euros. El segundo timo en el Templo del Conocimiento, que ya tiene guasa. Al darnos el cambio de las entradas, entre 4 billetes de 100.000 nos intentan colar uno de 10… Y el último, para no alargarnos, perdemos la tarjeta de la habitación -y casi el avión por buscarla- y nos piden 5 USD.

Mi argumento de experto negociador: por este precio te consigo 1000 tarjetas en el chino de al lado y además te regalo un Northface a juego con tu kimono (entendedme, con las prisas uno no se para en buscar en Wikipedia cómo le llaman al poncho vietnamita…).

No tengo palabras para agradecérselo. En Vietnam me lo he pasado en grande.

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Hanoi, Vietnam
 
 

El expreso de medianoche

Después de tanta Low Cost, GrabCar y hoteles con RSC, echaba de menos viajar como antes. Tren nocturno de Hué a Ninh Binh. Si Agatha Christie se hubiera subido aquí, nada de asesinato. Lo del Orient Express hubiera sido una carnicería.

Esto ha sido el bautizo real de Cloe como viajera. De llorar desconsolada al ver que tenía que dormir en una «cama caliente» mientras el vietnamita de al lado le hacía una foto, a hacer el monkey con las barras de la litera. Sólo han pasado 10 minutos y ni las sábanas limpias, ni la promesa de poder tomar todos los helados del mundo, son la causa de su euforia.

Simplemente el tren se ha puesto en marcha. Y es que este ajetreo tiene algo mágico. Y mirar por la ventanilla todavía más.

 

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Ninh Binh, Vietnam
 
 

1000 budas

Estamos de cumpleaños. Es el Buda número 1000 que vemos. Y para variar es un panxa contenta. Para contemplar la vida se ve que uno necesita llenarse la panza de noodles.

Pon un buda en tu pueblo y vendrán los turistas como moscas. Hay dos estrategias: o hacerlo lo más grande posible. O ponerlo en una postura original. Y a estas alturas sólo nos falta por ver al buda «caganer» (con perdón pero es que el propio Iluminado dijo que no debían adorarlo y se han quedado a gusto… ¿pilláis el doble sentido?).

Lo gracioso es que a Hug le pirran los templos y a la que ve uno se pone a rezar. Y el cuento preferido de Cloe es el de las religiones. En mi época para tocarle las narices a nuestros padres nos dejábamos el pelo largo, después mis sobrinos se tatuaban el nombre de la chati en norcoreano y ahora se ve que para fastidiarte hacen la comunión.

Pues que se prepare el catequista de guardia porque la pregunta favorita estos días de Cloe es: ¿si Dios lo creó todo quién creó a Dios? Y los ateos que no se rían porque a continuación te suelta lo de ¿y qué había antes del Big Bang?

Lo reconozco, nuestro home schooling es un cachondeo…

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Hoi An, Vietnam
 
 

Resacón en Saigón

Acabo de cruzarme con los cachondos de Resacón en Las Vegas. Solo que esta vez parecían ingleses o igual eran alemanes. Estoy perdido en Bu Vein, la calle estrella de Ho Chi Minh.

Ibiza y la Ruta del Bacalao juntas en la época más chumba-chumba son una tienda de chuches a su lado. Es como estar en el bar de «Abierto hasta el amanecer» pero al aire libre y con vampiros que chupan pero no muerden.

Si entre medio de tanto especimen apareciera Chewaca o toda la panda de la cantina espacial de Tatooine, nadie se inmutaría. Al contrario, les darían un descuento para un foot massage cuando no Mari Juana a precio de saldo. Ver una patrulla Imperial sentada en las típicas sillas bajas vietnamitas rulándose un fly debe ser lo más.

Porque aquí el único que da el cante soy yo con el paquete de pañales bajo el brazo. Eso sí, todas me saludan y sonríen como si fuera el vecino simpático. Así que ya sabéis, si venís de fiesta por Saigón imprescindible traerse unos Dodotis.

 

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Ho Chi Minh