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“Very high status, well reputed, high connected Bramhin Industrial Textile Export Family, settled near Delhi, invite Alliance for their beautiful, fair, slim, homely, religious convent educated girl, July 79 born, MBA Delhi, widely travelled. Boy must be smart & well educated, belonging to a well established Business Industrialist family”[1].

Este anuncio real del Hindustan Times, uno de los principales periódicos de la India, es un buen ejemplo de cómo funciona el sistema de castas. Una sociedad dividida y ordenada en gremios profesionales a los que sólo se accede por derecho de nacimiento, sin ningún otro mérito que valga. Hace ya años que este sistema fue prohibido para evitar las desigualdades que provocaba pero todavía son muchos quienes lo continúan respetando. Tanto es así que, aún hoy, la mayoría de matrimonios sólo son contraídos entre personas de la misma casta. De hecho, son los propios padres quienes, desde el momento en que nace su hijo o hija, tratan de acordar y cerrar un enlace que no se celebrará hasta dentro de quince o veinte años. Pero aunque sean así de previsores, no siempre es fácil. A veces, como en el ejemplo del anuncio, la falta de candidatos válidos les obliga a buscar pretendientes a través de la prensa y entonces ¡por pedir que no quede!

Ghats Benares India

En cierta forma, las castas tampoco son muy diferentes a nuestras clases sociales si no fuera porque en su caso, además de regir las relaciones sociales, son la base de toda su cosmología, es decir de su forma de entender la existencia del hombre en el mundo. Según el hinduismo, el comportamiento de las personas en esta vida determina el nivel social en la siguiente, cuando sean reencarnados en un nuevo cuerpo. En otras palabras, una auténtica ganga para ese empresario que es dios y sus representantes comerciales en la Tierra, los cuáles, para asegurarse el buen comportamiento de sus feligreses, fijan a sus clientes una retribución variable que nunca será saldada hasta la próxima vida. Alguien podrá preguntarse qué pasa si al nacer no estás de acuerdo con la casta que te ha tocado. Nada, en esta ventanilla no se aceptan reclamaciones, vuelva usted en otra vida. El truco, como siempre, está en la letra pequeña porque una de las cláusulas del contrato es que nunca podrás acordarte de lo que te pasó en tu vida anterior. Para que después digan de Telefónica. El monopolio más grande del mundo siempre ha sido la venta de la vida eterna, aunque en la India se llevan la palma. Sólo aquellos cuyos cuerpos sin vida sean lavados y cremados en el Ganges podrán traspasar las puertas de la inmortalidad. El negocio radica en que los únicos crematorios que disponen de la ISO-DIOS-9000 pertenecen a la misma familia desde hace siglos. Eso sí que es un buen pelotazo. Aunque hay que reconocer que los campeones se portan porque el precio se fija en función de tus riquezas. Tan rico eres, tanto pagas.

Jaipur India

Pero no son los únicos que se aprovechan del tema, la reencarnación también es un chollo para las castas superiores. Con este sistema de amenazas veladas se aseguran su status quo sobre las clases bajas y oprimidas, las cuáles deben decidir si prefieren quebrantar todas las normas divinas y aspirar a mejorar en esta vida aún a costa de ser condenados en la próxima, o resignarse a su miserable destino y comportarse según lo esperado para ver si les toca mejor suerte en el siguiente turno vital.

India India

Este sistema, sin embargo, no incluye a todo el mundo. Los hay que están tan marginados que ni siquiera tienen casta. Son los intocables. Repudiados por todos y despreciados por muchos, son tratados como seres inferiores cuando no ignorados sin más. En ellos recaen las peores tareas de la sociedad, sin otra recompensa que la obligación de llevarlas a cabo día sí, día también. Lo divertido, si es que puede haber algo de gracioso en todo esto, es que no existe nadie más hindú que ellos. Los intocables son los descendientes de las primeras civilizaciones del subcontinente indio conquistados por tribus arias que trajeron consigo el sistema de castas: una sociedad piramidal estructurada en cuatro niveles que no tardaron en aplicar en sus nuevas propiedades. Primero estaban los sacerdotes, más abajo los aristócratas y guerreros, a continuación los comerciantes y por último los agricultores y granjeros.

Nueva Delhi India

El problema era que, dentro de esta fórmula, no había sitio para los habitantes locales. Mucho más oscuros de piel que sus nuevos amos, desde el inicio fueron convertidos en esclavos y quedaron fuera de cualquier nivel social. De esto hace más de 3000 años. Desde entonces hasta ahora, los intocables sólo han podido ganarse ese sobrenombre y lo han hecho a pulso. No hay, no ha habido, ni nunca lo habrá ningún otro grupo de personas en el mundo que durante tanto tiempo hayan sido esclavos, con cadenas o sin ellas, pero esclavos al fin y al cabo. Después de tres milenios sólo han conservado una cosa: el color de su piel. Por ello los distinguiréis. Por eso y porque los demás se apartan a su paso.

Nueva Delhi, capital de la India

Puskhar India


[1] “Familia Bramhin establecida cerca de Delhi, del mundo de la industria textil exportadora, muy bien conectada, con buena reputación y de altísimo estatus, invita a una alianza con su preciosa, delgada y justa hija, educada en un convento religioso, nacida en Julio del ’79, con un MBA realizado en Delhi y muy viajada. El pretendiente debe ser inteligente y estar bien educado, así como pertenecer a un familia bien establecida del mundo de negocios industriales.”

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