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Arusha, ciudad desde donde salen los safaris en Tanzania.

Hay dos formas de hacer un safari por Tanzania, con dinero o con mucho dinero. La diferencia es que, en el primer caso, duermes en tienda de campaña y, en el segundo, te paseas por los lodges con todo el gusto y las ganas. Ganas de que la vida siempre fuera así porque algunos son de auténtico lujo asiático. Al menos eso cuentan porque lo que es verlos no los hemos visto ni de lejos. Nosotros nos hemos alquilado un par de sacos de dormir y al suelo, que ya son once meses de viaje y unas cuantas Visas quemadas.

Así y todo, es el país donde más caro nos está saliendo sobrevivir. Aquí hasta el más tonto te pide 150 USD al día por pasearte en 4×4 y plantarte la tienda en medio de la nada, con chofer y cocinero incluido. En nuestro caso, después de negociar un buen rato, hemos conseguido pagar 135 dólares por cabeza pero así vamos, con el único jeep de toda Tanzania que tiene el volante al otro lado, sin carne ni pescado en el menú y durmiendo en una tienda de cuando Humphrey Bogart rodó La Reina de África. ¡Quién nos iba a decir que echaríamos de menos nuestro Toyota caracol de Namibia! Aunque suerte hemos tenido de no dejarnos llevar por nuestro instinto aventurero, porque si hubiéramos venido por libre nos hubieran crujido. Sólo la entrada al parque para dos personas, permiso de acampada incluido, cuesta más de 200 dólares al día. Si a esto le añades el alquiler del 4×4, la gasolina, la comida y los sustos te parecerá caro pero roza el escándalo cuando ves que los baños del camping son unas letrinas tan guarras que ni por la India. Hay que tener mucha jeta para poner esos precios y que te hagan cagar como en la prehistoria, por mucho que al primer homínido lo encontraran por aquí. Aunque peor son las duchas, cuando las hay. Hemos tenido que sobornar a los guías de las expediciones pijas para que nos dejen colar en las tiendas de los ricos y utilizar sus duchas mientras los dueños de las toallas se toman una copa de champagne en el globo de Willy Fog . El agua con olor a brasa por culpa del fuego que hace las veces de calentador no es ninguna maravilla pero peor lo llevan nuestros compañeros de viaje que ya cuentan varios días sin mojarse.

En eso también hemos tenido mala suerte. Compartimos safari y coche con una pareja de franceses enamorados. El problema es que los dos lo están de la misma persona, Celine de Eric y Eric de sí mismo. Un anestesista egocéntrico que seguro se sobra y se basta de sus historias para dormir de aburrimiento a sus pacientes. Quizás ellos están pensando lo mismo de nosotros, aunque lo dudamos mucho porque en cinco días no nos han preguntado ni por nuestros nombres. Es el riesgo de este tipo de viajes. Te puede tocar la china, los franceses o conocer a gente encantadora como Martin y Anja, los alemanes con los que cruzamos el Tibet y que a estas horas deben están tomando el Transiberiano para ir de Mongolia a San Petersburgo.

Los vendedores de humo que campan por Arusha, ciudad desde donde salen la mayoría de safaris en Tanzania, defienden que los precios de sus tours son elevados por culpa de los impuestos que pone el gobierno para evitar que la masificación acabe destrozando la gallina de oro. Por aquí y por allí. Detrás de cada pobre león se monta una cola de jeeps que ni en el Mercadona el primer sábado de mes, así que no os dejéis engañar, Tanzania para los tanzanos y vosotros a otro lado que África es muy grande y hay bichos por todas partes. ¡Y de todos los tamaños!


 


Itinerario recomendado para visitar Tanzania con restaurantes a lo largo de la ruta.





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