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Stone Town, ciudad donde nació Freddie Mercury.

Zanzibar, Tanzania

En cualquier viaje organizado que se precie, después de ir a Tanzania, te pasean un par de días por la paradisíaca isla de Zanzíbar. Allí siguen notándose las clases. A los ricos en Luna de Miel se los llevan a spas de lujo en coches con aire acondicionado. A los del camping, en cambio, los amontonan en una furgoneta y los sueltan en las cabañas cutres que hay al lado. Al fin y al cabo, el mar no hace distinciones y tiene el mismo color para unos que para otros, así que tampoco está tan mal. Eso sí, todos llegan en avión. Nosotros, sin embargo, en un ataque de integración nos hemos venido con el ferry local dándonos bandazos y codazos con todas las razas del mundo, una locura que no recomendamos a nadie. Y como no sabemos estarnos quietos, no hemos perdido ni un segundo tumbados en las hamacas y hemos alquilado una vespa con la que recorrer la isla de arriba abajo, como si estuviéramos en una película de Fellini pero rodada en el trópico.

Zanzíbar está situada frente a Tanganika, nación con la que, a pesar de tener muy poco en común, decidieron unirse hace un par de décadas para formar Tanzania. De hecho, aunque se muestran al mundo como si fueran un solo país, siguen siendo dos pueblos bien diferentes cada uno con su propio parlamento y gobierno. La capital también se llama Zanzíbar aunque todos la conocen como Stone Town, la Ciudad de Piedra. Su joya es un pequeño barrio de callejuelas, con palacios ahora difíciles de distinguir pero famosos por estar construidos con piedras de coral. Sus paredes son tan porosas que dejan pasar el aire, manteniendo el interior de las casas fresco a pesar del calor tropical. Pero todo eso es de muros para adentro porque fuera en las calles la ciudad da asco. Los suelos están llenos de mierda mientras la gente local se recuesta en los portales sin hacer nada más que perseguir a los turistas con el “jambo, jambo” de las narices.

Zanzibar, Tanzania

Parece mentira que nadie les haya enseñado que el acoso es la peor de las fórmulas comerciales. Si la mitad de energía que gastan en agobiarnos la dedicaran a limpiar las calles y encalar sus casas, tendrían una ciudad encantadora, en la que la gente tendría ganas de quedarse más días y, por tanto, se gastaría mucho más dinero. Pero no, los tíos más quietos que un león tumbado al sol, que ya es decir. La escena no es nueva, la hemos vivido en un montón de sitios. En la India la excusa que nos contaron era impagable. Existen muchos animales que viven de los despojos humanos porque la naturaleza lo aprovecha todo y, por tanto, si dejamos de tirarlos al suelo estaremos rompiendo la cadena de alimentación. En otras palabras, echar la mierda por la ventana para ellos es el súmmum de la ecología. Harto de pisar excrementos y apartar charlatanes, hoy Pedro se ha subido a una caja de cartón y en un minuto un par de docenas de locales ya se habían acercado para escuchar su sermón improvisado. Su respuesta, aunque lógica, tampoco tiene precio. Ya existe un barrendero y si no hace bien su trabajo no es cosa suya.

Desde Occidente podríamos hacer dos cosas, mirar para otro lado con eso de que “no tenemos derecho a juzgar su cultura” o se lo decimos bien clarito aunque nos pongan mala cara. Pues bien, no sólo nos hacemos los suecos sino que encima les vamos regalando títulos de Patrimonio de la Humanidad como hizo la UNESCO con Zanzíbar. Si por nosotros fuera se lo quitábamos ahora mismo por guarros. A ver si entonces se espabilan y la cuidan como Dios, Alah o Visnú mande. Y el día que lo hagan seremos el primero en votarlos, más que nada porque aquí nació el rey, o mejor la reina, the Queen. Freddie Mercury pertenecía a una casta de indios descendientes de antiguos persas, los parsis, algunos de los cuáles se establecieron en África en el siglo XIX, con costumbres todavía más estrambóticas que los disfraces del cantante. A los cadáveres de los suyos, en vez de enterrarlos o quemarlos, los exponen al sol en el techo de sus casas para que los cuervos se los coman. Si hacen esto con la gente que quieren, imaginaros con el tetrabrik o la bolsa de plástico. Pues al suelo y que se lo coman las ratas. Hakuna matata y que limpie otro que, si la UNESCO nos ha dado un premio, será que tampoco lo estamos haciendo tan mal.

Itinerario recomendado para visitar Tanzania con restaurantes a lo largo de la ruta.





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