Monta tu viaje con nuestras rutas

Empezar a planificar mi viaje

Don't be guiri!

Rutas y restaurantes para disfrutar de tu viaje más que nunca

Nelson, Nueva Zelanda, cerca del parque Abel Tasman.

Abel Tasman National Park, Nueva Zelanda

Imaginaros por un momento que sois ingleses del siglo XIX a los que la Revolución Industrial les ha dejado con lo puesto. Sólo tenéis una posibilidad para salir adelante, haceros colonos. Pero primero tenéis que escoger dónde ir. América en plena guerra de secesión no es una opción y en la India o Sudáfrica ya está vendido todo el pescado, así que, si queréis un buen pedazo de tierra para vosotros solos, en Oceanía nos vemos. Os metéis entre pecho y espalda varios meses de barco y si el escorbuto, los piratas o las tormentas no se os han llevado por delante, todavía os queda un último paso: decidir entre Australia o Nueva Zelanda. A priori, preferís la segunda porque os han contado que el clima es más benigno y se parece más al de vuestro país de origen pero, por si acaso, preguntáis un poco más para saber quiénes serán vuestros nuevos vecinos y esas cosas.

La respuesta es fácil. Podéis escoger entre vivir con los aborígenes o hacerlo con los maorís. A vosotros todos os suenan igual y suponéis que incluso serán parientes, pero el borracho de la taberna sigue dándole a la pint y a la lengua. Os masculla que los primeros son unos bárbaros, con cara de prehistóricos y obsesionados por quemar todo lo que ven. Unos pirómanos en un país sin bomberos. No pinta muy bien la cosa pero más fea se pone cuando os cuentan sobre los otros. Caníbales. Unos auténticos animales que cuando el Capitán Cook los vio por primera vez y les echó un par de andanadas, en vez de huir despavoridos como hubiera hecho todo hijo de cristiano, los tíos dieron la vuelta a su canoa de juguete y pusieron rumbo al Endeavour, la goleta del famoso descubridor. Cuatro contra doscientos ese día salieron malparados pero, a la que pudieron, se quedaron a gusto con su venganza, nunca mejor dicho porque se zamparon a unos cuantos colonos. La carne humana les va y más si es de color blanco. Entonces lo tenéis claro. Os quedáis en Australia y que les den a los kiwis.

Rotorura, Nueva Zelanda

Esto es literalmente lo que pasó en el 1800. Los aborígenes son descendientes de tribus pacíficas del sur de la india que emigraron a Australia a través de Indonesia hace 50.000 años. Los vínculos se establecen por alguna similitud en la lengua y, sobretodo, por ser los únicos en todo el mundo que comparten el uso del boomerang. El fuego ha sido durante miles de años su principal herramienta para sobrevivir. Con él renuevan las plantas con las que se alimentan, al mismo tiempo que acumulan a los animales salvajes en territorios menores y, por tanto, con mayor facilidad para cazarlos.

Los maorís, en cambio, siguiendo el vuelo de los pájaros que cada año veían emigrar, llegaron en canoas a Nueva Zelanda desde la Polinesia hace tan sólo 700 años. Eran mucho más avanzados que los del otro lado del Mar de Tasmania pero, sobretodo, mucho más bestias. Y bien que les sirvió porque durante un montón de años mantuvieron alejados de sus tierras a los insaciables colonos. Su colección de cabezas disecadas, sus salvajadas y sus danzas guerreras donde sacan la lengua acojonaron al personal. Cría fama y échate a dormir. En realidad tuvieron suerte desde el inicio porque cien años antes de que el Capitán Cook los descubriera, unos holandeses ya pasaron por aquí pero ni siquiera desembarcaron. El comandante tulipán decidió que, como no tenía recursos para tanta conquista, mejor era dejar en secreto tales islas hasta mejor ocasión. Estuvieron el tiempo justo para ponerle el nombre de Nueva Zelanda y volverse. No es el único sitio que primero bautizaron para después perderlo. Algo parecido les pasó en América con Nueva Ámsterdam. Decían que allí no se podía construir nada porque la tierra era pantanosa y la vendieron por cuatro libras. Manhattan era el nombre de la tribu india que vivía en esos pantanos. Los ingleses que la compraron todavía deben estar revolcándose de la risa.

Queenstown, Nueva Zelanda

Igual que los que firmaron el tratado de Waitangi, acuerdo por el cual los maorís se reconocían súbditos de la monarquía británica y ella, a cambio, les reconocía el derecho de propiedad sobre sus tierras. En teoría, el acuerdo perfecto, unos conquistaban sin pegar un tiro y los otros lo conservaban todo. Con el tiempo una trampa muy inteligente. Al ser propietarios legales de la tierra, la podían vender y eso es lo que hicieron. Voluntaria o forzosamente, vete tú a saber, pero pocos fueron son los que mantuvieron sus posesiones. Eso sí, la pinta de bestias no la han perdido. Todos negros, all blacks, siguen danzando y sacando la lengua para asustar a los de enfrente, aunque sean jugadores de rugby. Lo que no sabemos es si en casa siguen guardando las cabezas de sus enemigos.

Si quieres saber más información para viajar a Nueva Zelanda, lugares turísticos para visitar, itinerarios recomendados y alojamiento en Nueva Zelanda, en Way Away encontrarás todo esto y más!

Información para viajar a Nueva Zelanda

Itinerario recomendado para visitar Nueva Zelanda con restaurantes a lo largo de la ruta.





Descárgate la App de Way Away con nuestras Rutas de Viaje geolocalizadas

 

 

Posted In: Nueva Zelanda

Etiquetas: