Monta tu viaje con nuestras rutas

Empezar a planificar mi viaje

Don't be guiri!

Rutas y restaurantes para disfrutar de tu viaje más que nunca

Pokhara, ciudad nepalí con vistas al Annapurna

Apenas llevamos un mes de viaje y ya nos han convencido varias veces para que nos levantemos antes que los pollos. El anzuelo siempre ha sido el mismo: ver amaneceres únicos y espectaculares. El resultado: si no fueron únicos lo serán, porque ni dios nos vuelve a tomar el pelo para que nos suene el despertador otra vez a las cuatro de la mañana. Cuando uno se toma un año entero de vacaciones, no está para este tipo de bromas. Pero es que aquí hasta el más tonto come pan. Con queso, por eso de que te las den. Y, claro, más de una vez nos la han dado. Sólo necesitan una montaña a la vuelta de la esquina, colgar un cartel de “Sunrise Tour” y ya tienen el business montado. Cuanto más pronto pongan la hora de salida, más gente picará y más dinero nos sacarán a los pardillos de turno, más conocidos como turistas o viajeros de guardar.

Y es que la globalización nos parece la mar de moderna pero hace lustros que corre por el sector turístico. Porque uno se pregunta: si no tienen ni para una Pepsi ¿cómo pueden haber aprendido las mismas técnicas de marketing un país y en el otro? No hay rincón del mundo donde no nos hayan reconocido. Los charlatanes de aquí y allá nos han llamado de todo pero nunca Mike ni Charly. Somos el Jordi y la Merçé. El neng y la nena. Pepe o la madre que nos parió. En castizo o en catalán. Más barato que en Andorra o 3×2 del Carrefour. Otro ejemplo, la tonadilla que utilizan los pedigüeños en el metro de Barcelona no sólo es igual a la que puedes oír en Madrid sino también en París, Nueva Delhi o Shanghai. Y, hombre, los mendigos viajados lo son porque no paran de ir arriba y abajo por la línea verde, pero si la T10 todavía no sirve para hacer trasbordo de país, ¿cómo puede ser que la entonación que usan sea la misma en un extremo del planeta que en el otro?

Eso sí, al menos los hay que tienen gracia. Como el niño que esta mañana nos hizo compañía mientras veíamos salir el sol por detrás del Annapurna. Después de hacernos reír durante un buen rato, de repente nos intentó levantar la camisa. Se le había reventado el balón, nos contó, y no tenía con qué inflarlo. Cien rupias era lo que costaba una mancha en su pueblo. Para que os hagáis una idea, en Nepal por la mitad de ese dinero más de uno subiría al Everest descalzo. Y es que, si en vez de preguntarle si conocía a Ronaldinho llegamos a decirle que nos encanta el ballet, seguro que el muy descarado nos hubiera pedido dinero para una máquina de coser con la que remendar su tutú.

Por un momento nos habíamos creído que el zagal estaba con nosotros porque le caímos bien, que no era uno de esos buitres que suelen sobrevolar estas excursiones. Pura comedia para que el timo fuera mayor. Con su mismo salero, lo mandamos a tomarle el pelo y la cartera al japonés que teníamos sentado un poco más allá. El rapaz aceptó la derrota con deportividad y, sin perder un instante, nos dio la espalda para ir en busca de su nueva presa. Y entonces lo vimos. Ese mocoso que apenas levantaba un palmo del suelo y estaba despierto desde las cinco de la mañana, andaba a 4000 metros de altura vestido con tan solo un pijama pero no uno cualquiera. Era un pijama tan gastado que el pantalón amenazaba con romperse justo por ese culito que tenemos todos, allí donde le asomaba una gran mancha. Una mancha tan marrón como los ojos con los que nos lanzó una última mirada, tan llena de vergüenza como la que sentimos nosotros. ¿Cien rupias por una pelota? Si en aquel momento nos lo llega a pedir, un campo entero de fútbol le hubiéramos construido. Allí mismo en medio del Himalaya o donde hiciera falta.

Itinerario recomendado para visitar Nepal con restaurantes a lo largo de la ruta.





Descárgate la App de Way Away con nuestras Rutas de Viaje geolocalizadas

 

 

Posted In: Nepal

Etiquetas: ,