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Axum, Etiopía, donde aseguran custiodar el Arca de la Alianza.

La política tampoco es una excepción en la singularidad de Etiopía y son varios los récords que acumulan. Por un lado, es el único país de África que nunca estuvo colonizado. Mussolini intentó invadirlo pero, apenas cinco años después, los italianos tuvieron que salir por patas y volver a su redil en Eritrea. Por otro, su rey gobernó más años que cualquier otro monarca del mundo en el siglo XX, tanto que incluso llegó a perder el juicio. A pesar de ello, nadie se atrevió nunca a llevarle la contraria en sus absurdas decisiones. Por si esto no era suficiente, en sólo veinte años pasaron de ser una monarquía absolutista a establecer un estado comunista para después acabar siendo un país capitalista. Estos vaivenes los pusieron a la cola del desarrollo mundial, de la que difícilmente saldrán mientras la mayoría de población siga sin agua corriente.

Etiopía es tan diferente a cualquier otro sitio del mundo que incluso su monumento más famoso es una muestra única de arquitectura, las iglesias del rey Lalibela. Once iglesias del siglo XII que, en vez de subir hacia el cielo, parecen bajar al infierno. Labradas en bloques monolíticos, fueron excavadas en la roca volcánica hacia abajo. Como la Cruz de San Jorge cuyo techo en forma de cruz es una imagen espectacular surgiendo de una brecha de treinta metros de profundidad abierta a martillazos. También en el norte del país, dicen custodiar la famosa Arca de la Alianza, aunque Indiana Jones la tuvo más cerca que cualquier turista porque la mantienen bien escondida detrás de una cortina. Sólo un monje tiene acceso a ella, mientras el resto de mortales nos tenemos que creer que realmente contiene las tablas de Moisés. Cerca de allí también presumen de tener el palacio de la Reina de Saba, la mujer de Salomón. Unas ruinas que en este caso sí pueden visitarse pero que, para las cuatro piedras que son, ya podrían taparlas con otra túnica. A un par de saltos en Fokker, el avión-bus con el que Ethiopian Airlines mueve a sus pasajeros por pistas invadidas de vacas, se encuentran las Fuentes del Nilo Azul. Estas cascadas fueron el destino final de los exploradores occidentales que, durante cientos de años, buscaron obsesionados el nacimiento del famoso río.

En el sur del país, en cambio, el pasado es presente. Una docena de tribus, las más auténticas de toda África, continúan viviendo de la misma forma y con los mismos rituales que hace cientos de años. Igual que ellos, la comida etíope también parece haberse detenido en el tiempo. Servidos en grandes bandejas, todos sus alimentos vienen volcados encima de lo que llaman injera, una especie de crepe redondo y esponjoso. Con las manos arrancan pedazos de esta especie de pan local y con él mismo sujetan la comida para llevársela a la boca. Tan rudimentario como sabroso, en especial los tibs, carne de cabra cortada a trocitos y hecha con una salsa de cebolla, pimiento y aceite. Las lentejas, con salsa o en sopa, también están para chuparse los dedos. No es variedad suficiente como para aguantar trece meses pero sí para disfrutar trece días. Palabra de viajeros.


 


Itinerario recomendado para visitar Etiopía con restaurantes a lo largo de la ruta.





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