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Rutas y restaurantes para disfrutar de tu viaje más que nunca

Cuando llegas en ferry por el fiordo en el que está la ciudad de Oslo, no paras de ver banderas y estandartes noruegos plantados en los jardines de todas y cada una de sus casas. Si esto fuera España pensaríamos que son todos fachas, y si fuera Catalunya se nos caerían las lágrimas de alegría. Pero estamos más cerca de lo segundo que de lo primero. Los noruegos durante 700 años, de vikingos sólo han tenido los cuernos. Desde el siglo XIII hasta principios del XX, las banderas se las pintaban otros así que, a la que pudieron independizarse de los daneses, suecos y rusos, quisieron dejar bien claro cuáles son sus colores y los vendedores de mástiles se forraron.

Las casas en sí mismas no son demasiado bonitas. En realidad, los listones de madera de los que están hechas, cuando están pintados de color rojo y gris, parecen más containers reacondicionados a chalets que no casas de campo de ricos escandinavos. Y es que quizás no sean tan ricos. El país sí, gracias al petróleo, pero la gente parecen tener todos el mismo tipo de vida. Mismo estilo de casa, misma bandera, mismo coche (Volvo, Audi o similar pero siempre familiar y ya es curioso que en todo este país haya menos 4×4 que en el parking de las Teresianas), mismo acento perfecto cuando hablan inglés, mismo jersey grueso pero nada de las horteradas que venden en las tiendas para guiris. Todo muy gris, como Oslo. Pero tiene su encanto, como si fuera Ushuaia pero en vez de estar en Tierra del Fuego estamos en el Hemisferio Norte. Y en vez de ser un pueblo grande, es una ciudad pequeña. Aunque ahora ya empiezan a construir su propia city, con mini-rascacielos cada uno con un diseño diferente. Esto es lo que pasa cuando uno es medio-comunista, tiene la suerte de encontrar petróleo en su mar y sólo debe repartirlo entre unos pocos millones de habitantes.

En un solo día tendréis más que de sobras para visitar Oslo porque no hay nada especial que ver, simplemente recorrerla de arriba abajo, y mejor si es en bicicleta (su sistema de bicis públicas funciona perfectamente). Alguna cuesta os hará sudar pero, con el frío que hace por aquí incluso en pleno verano, ni lo notaréis. Para comer, no os lo penséis: ni caso a lo que todo el mundo os recomendará. El nuevo bryggen o puerto es sólo para darse un paseo y como mucho intentar pillar a los de la cooperativa de pescadores que no todos los días faenan (Fisherman coop). Si queréis comer bien o, al menos, estar en un sitio auténtico y de locales no dejéis de ir a al Kafe Asylet  (Groenland 28, Tel +47 22 17 09 39)  o al  Apent Bakeri (Damplassen 24-25, Tel +47 920 47 141).

De sus visitas o monumentos, lo más destacable -quizás lo único- es su Ópera. En el mundo de las ciudades, no eres nadie si no tienes un waterfront o un skyline con algún edificio que se precie de verdad, idealmente que lo haya diseñado Calatrava y a ser posible que sea un espacio de arte y cultura, esas dos cosas que, reconozcámoslo, vuelven a la gente loca, pasando siempre una buena exposición por delante de cualquier partido de fútbol… Bien, pues los de Oslo no han querido ser menos y han decidido plantar su star-building justo en el puerto representando a un grupo de icebergs. Su agenda de actos no es ni mucho menos de primer nivel, cosa que se entiende con lo que cuesta llegar hasta aquí, pero es curioso entrar y ver su estructura interior de madera.

Lo mejor de Oslo:

  • Su ópera representando un iceberg
  • La sensación de estar en la última capital antes de llegar al Polo Norte, aunque no sea verdad…
  • El funcionamiento de todos los servicios públicos

Lo peor de Oslo:

  • ¿Por qué las cervezas tienen que ser tan caras en estos países?
  • La gran cantidad de inmigrantes con pinta de estar al margen de sus servicios sociales
  • Que no tengan euro, aunque aquí hasta las pipas puedes pagarlas con Visa…

Itinerario recomendado para visitar Noruega con restaurantes a lo largo de la ruta.

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Peppes Pizza, Karl Johans Gate 1, Oslo

En la plaza más importante de Oslo tenéis un Peppes, pero los hay por todos lados y por todo el país… A partir 170 kr la pizza, ni se os ocurra pedir el nuevo estilo fino. Aquí son las clásicas las que le llenan a uno la panza si es que tiene morriña de comer pizza.

Son como las pizzas de antes, de las primeras cadenas que abrieron en Londres y que hacían que a uno se le abrieran los ojos y la boca. Así que no os esperéis una pizza napolitana pero para matar el hambre este es vuestro sitio.

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Kafe Asylet, calle Gronland 28, Oslo
Kjottkaker 149 kr
Lakseburger 159 kr

Aunque os dé un poco de miedo caminar toda esta calle, vale la pena. Entraréis en el Oslo Oslo. No es que os pueda pasar nada, pero cuando empecéis a andar la calle dejaréis de ver a los blancos noruegos y aparecerán todos los inmigrantes de todos los colores. Lo mejor es llegar con la bicicleta pública hasta la parada más cercana (en el Planificador de Way Away os explicaremos cómo hacerlo) y después seguir caminando. Lo dicho, tranquilos que no pasa nada pero tampoco os sorprendáis. Llegaréis hasta un par de restaurantes que suelen estar llenos de gente local. Los dos están a la izquierda de la calle y los dos tienen una agradable terraza interior. Nuestro preferido es el Kafe Asylet, antiguo orfanato, cárcel, hospital y unas cuantas cosas más. Las mesas y los bancos de la parte interior del restaurante son preciosos, y la chimenea de esas enormes es para morirse de envidia

Tenéis que pedir y pagar en la barra y ya os lo traerán a la mesa. Os recomendamos la hamburguesa de salmón y, porqué no, probar uno de sus platos típicos, el Kjottkaker, una especie de albóndigas en salsa. Las de mi abuela estaban mejor… pero mi abuela era mucha abuela!

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Apent Bakeri en Parkveien nº 27, Oslo

Baguette gratinada 73 kr
Egg og Bacon 89 kr

De aquellos sitios que cuando lo encuentras antes de sentarte ya eres feliz. Lleno de gente local, luz agradable, ventanas de cristal por todos lados, cocina semiabierta, olor suave de cocina y unos platos fantásticos.

No dejéis de probar los huevos con bacon y judías. Ya sé que es el típico desayuno inglés y que ahora mismo sentados delante de un ordenador no apetecen mucho… Pero después de haber dado una vuelta en bicicleta por Oslo (en el Planificador de Way Away os explicaremos cómo alquilar las bicicletas públicas y qué ruta hacer), seguro que algo de frío se os habrá calado en el cuerpo y os entrarán de maravilla!!!

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